Recientemente, la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI) presentó el Índice Global de Innovación 2022, donde Chile ocupó el lugar 50 entre 132 países, subiendo tres lugares desde la última medición y liderando Latinoamérica. Sin duda, una gran noticia. No obstante, hay desafíos que superar relacionados a la diversificación de la industria local, financiamiento para startups y su escalamiento, además de la exportación de bienes creativos (industria creativa) y de servicios TIC, en relación al total de los envíos.
En ese reto, el rol de los privados en el avance de la innovación en el país no solo es relevante, sino fundamental para su desarrollo y crecimiento. La innovación es una necesidad permanente, transversal a todas las industrias y base para generar ventajas competitivas. Asimismo, el mundo privado es un soporte para apoyar y promover la innovación junto al sector público y la academia. Esto, a través de financiamiento, concursos, programas, capacitaciones y otras iniciativas que permitan cultivar la investigación, el desarrollo y, evidentemente, la innovación.
Según el primer Diagnóstico del Sector Privado de Chile (CPSD), realizado por el Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional (IFC), el fortalecimiento del sector privado en el país es fundamental para la construcción de una sociedad más inclusiva y de una economía más productiva y verde. En efecto, el impulso a ciertos sectores económicos a través de la innovación, puede crear empleos de mejor calidad, optimizar y estandarizar procesos, incrementar las exportaciones y reducir desigualdades estructurales.
Y es que, el impacto de la innovación siempre es positivo, y puede hacer la diferencia entre ser competitivo o no. En ciertas industrias puede impactar en mayor productividad y en procesos más amigables con el medioambiente; en el ámbito de las tecnologías de la información, por ejemplo, impacta en los procesos de transformación digital. Sin duda, las posibilidades que aporta la innovación son infinitas. Por lo mismo, tenemos ahí una responsabilidad hacia las nuevas generaciones, pues el momento es ahora para provocar un cambio que nos permita alcanzar un desarrollo sustentable, donde la innovación sea la llave.
Así, el principal aspecto a superar en esta aventura de la innovación es el pensamiento. No es algo que tenga que ver con la cantidad de recursos, sino más bien con la manera de utilizarlos de forma eficiente y eficaz. Es imperioso provocar un cambio cultural para darle un sentido de urgencia a la innovación, con una motivación, un objetivo claro y concreto a nivel país. Solo con un objetivo definido y con todos los esfuerzos alineados con ello, es posible innovar.
A ello se suma el apremio de invertir más en I + D a través de proyectos entre universidades, empresas privadas y el sector público, como un desafío constante de mejora permanente, pues nos da la posibilidad de transformar la cultura/país. Por último, democratizar el acceso a las tecnologías de la información, a la digitalización, es otro reto constante sobre todo para las pymes y para quienes están emprendiendo y buscan en la innovación su avance y crecimiento.
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